martes, 19 de marzo de 2013


Nadie sabe para quién trabaja

En un proceso, donde, sin querer, los impulsores de la revocatoria han abierto nuevos escenarios políticos que trascienden lo vecinal, existen algunas paradojas. Ver a la CONFIEP aliada con la CGTP, al PPC, compartiendo escenario con la izquierda, ver a antiguas y prominentes figuras de la política peruana salir en defensa de la institucionalidad, ha sido una lección estupenda y una demostración  de quién es quién en nuestra política.

La ganadora salvada por la perdedora

La última semana, la lideresa del PPC fue el rostro principal de soporte para quien le ganó las elecciones municipales por poquísimos votos. Este apoyo comenzó cuando pocos creían posible remontar los índices de una opinión pública claramente a favor de la no continuidad de la administración municipal en sus cargos. A diferencia de lo que suele suceder en los procesos en provincia, en Lima hubo una responsabilidad en sostener la institucionalidad. Es un gesto político que puede hacer levantar vuelo a ella y a su partido.

El revocador revocado

El hijo del ex alcalde de Lima, principal interesado en revocar a la alcaldesa, fue revocado de sus funciones como regidor de la ciudad con el mayor porcentaje. Este voto hecho casi como intervención quirúrgica, demuestra que no se puede subestimar al electorado.

El insultador insultado.

El recolector de las firmas y principal impulsor de la revocación, fue inclemente con la señora alcaldesa de Lima. Le dijo de todo, y al final, fue insultado por sus aliados políticos, quienes sugirieron envenenarlo con cebiche y tirarlo al mar.

Los incapaces

Los partidarios el Sí, que acusaban a la alcaldesa de “incapaz”, fueron incapaces de presentar, siquiera una lista de expositores para la polémica organizada por el Jurado Nacional de Elecciones.

La votación puesta de cabeza

Como se ve, la noción  de izquierda y derecha ya no tiene vigencia en el sentido tradicional en el electorado. Los sectores populares estuvieron claramente en contra, a lo largo de la mayor parte de este proceso, de una gestión cuya principal propuesta es la participación  popular y vecinal, especialmente en los sectores más necesitados. La alcaldesa, que vivió, trabajó y crió a sus hijos en San Juan de Lurigancho, recibió allí la mayor oposición.


viernes, 19 de junio de 2009

Alberto Andrade

Alberto Andrade
(Artículo escrito en 1991 y reescrito en su memoria).

Sus anécdotas, salidas y respuestas son dignas de las mejores tradiciones de Ricardo Palma.

Así como Castilla tenía su cañoncito, Andrade rescató un cañón colonial encontrado por casualidad en una excavación y lo colocó en el balcón del palacio municipal, haciéndolo apuntar hacia la casa de gobierno, hasta que cayó la dictadura.

No le faltaba razón: la tiranía no solo era corrupta sino de una gran mezquindad. Fujimori le había negado los avales para los créditos que la ciudad requería con urgencia. Le había quitado todas las rentas, los poderes y posibilidades administrativas.

- Un poco más y me van a dejar en calzoncillos – decía al comentar la situación.

Al caer el régimen y jurar como presidente constitucional Valentín Paniagua, sacó el cañoncito y lo hizo apuntar hacia otro lado.

Pero su verdadero sentido del humor lo ha demostrado al soportar con estoicismo la espantosa campaña en su contra, que organizó y financió el gobierno de Fujimori.

El humor es una forma de libertad, pues nos hace escapar de la esclavizante realidad. Estamos sujetos a leyes físicas y espirituales, a las obligaciones éticas y morales, a la injusticia y al dolor, de las que solo podemos escapar a través del pensamiento. El sentido del humor nos permite soportar el peso de la existencia en forma grata. Convierte lo terrible en agradable; nos da una distancia entre la realidad que parece tragarnos y el verdadero sentido de las cosas, que siempre terminan, que se deshacen en el tiempo. Nos hace ver que por más dolor que exista sobre la tierra, la vida hay que gozarla.

En este caso, cuando todo estaba en contra, cuando no podía verse sino miseria moral y espiritual, servía no tomársela tan en serio. Finalmente, sabemos que el poder es tan efímero, que, ante los vaivenes de lo inevitable, nos queda actuar y esperar con la sabiduría del humor. Este nos da la mano y nos rescata, nos hace libres y nos da una salida. Además, aunque tenga que ver con el absurdo, nos permite rozar posibilidades nuevas que no seríamos capaces de atisbar de otro modo.

Fujimori no pudo nunca perdonarle el hecho de haberle ganado dos elecciones, a pesar de las diferencias y ventajas que daba el manejo de los recursos fiscales, de los medios de comunicación y de la absoluta falta de escrúpulos. Y cuando perdió, se encerró en su habitación en palacio dos días, de pura rabia, sin hablar con nadie. Una de las características de la mayoría de dictadores es su carencia de sentido del humor.

sábado, 3 de noviembre de 2007

El ser y la Música

Si, como dije en un artículo anterior, la música representa las leyes del ser, como manifestación de nuestra vida, entonces, no es que creemos música, sino que la captamos. Está flotando en una de las frecuencias del universo.

Muchas personas no pueden entender cómo se produce una melodía en el interior de un compositor. Una de las preguntas que hacen siempre es: - ¿En qué te inspiras?, -buscando siempre un elemento conocido al cual asirse.

La famosa anécdota del gran compositor brasileño Zequiña de Abreu, autor de esa melodía Tico Tico, refiere que una mañana, un pajarito emitió su canto cotidiano e inspiró aquella bellísima canción. El compositor inmediatamente escribió esas notas y las repitió y desarrolló el tema musical

Para mí, el autor encontró en ese canto de las aves un camino a aquella melodía y armonías que, de alguna forma ya existían en el universo. El las captó y las escribió no como quería que fueran, sino del modo en que se las dictó el alma, en un profundo estado de contemplación, de unión entre el cosmos y su propio ser interior.

De ese modo, estar en contacto con nuestro ser interior, no solo es básico para encontrar la paz, o para relajarnos, como se dice en términos por demás pedestres, sino para la propia supervivencia de la especie humana sobre la tierra.

La música es aun más importante que la política pues es, de alguna manera, la cuerda que nos ata con el ser.

¿Qué es la Música?

Hace tiempo me preguntaba por qué algo como la música, que, aparentemente, no significa nada, nos puede gustar tanto a los seres humanos.

Cada día se producen millones de melodías y canciones en todo el mundo. De un modo inexplicable, desde que el hombre adquiere su cualidad humana, los pueblos han creado expresiones musicales, que si bien siguen determinadas normas y reglas, o lógicas en sus estructuras, no son en absoluto racionales. No tienen una significación racional.

Mi intento de respuesta tiene que ver con las leyes que rigen el cosmos. Nos gusta la música porque nos pone en contacto con sus leyes. La armonía es la primera de estas leyes. Esta proviene del equilibrio entre distintas fuerzas, entre la sutil conjunción de los elementos. El ritmo es otra ley, siempre presente. Proviene del constante latir del universo.

El ser y no ser de las cosas se expresa en el tiempo, en los silencios. Luego el timbre, la intensidad, y finalmente la pasión, como el factor inexplicable que hace del todo un ser vivo, que palpita.

Si el ser es racional, como propone Hegel, la música, a pesar de su racionalidad, no se explica por esta; como tampoco el universo puede explicarse por la razón, a pesar de su presencia en los objetos.

Pero las leyes del universo tienen dos tipos de niveles que no se corresponden, que solo se engarzan, pero no están unidos en relación directa de causa y efecto: Los universos interiores y exteriores.

De este modo, la música que nos pone en contacto con nuestro ser interno, solo funciona si está en armonía con las leyes de la física.

Alguien me preguntaba hace poco acerca de ritmos como el rap, que prescinde de la armonía y se centra en un elemento rítmico básico. A mi entender, esta manifestación representa la profunda fractura interior de este tiempo, totalmente alejado de las leyes del universo y de la naturaleza. Solo percibimos lo más simple, pero prescindimos de elementos armónicos en nuestra mediatizada vida.

¿Por qué el hombre promedio de nuestro tiempo, no puede escuchar una canción de más de tres minutos, sin perder interés?

La respuesta es muy obvia. No estamos conectados con nuestro mundo interior, ni con la naturaleza, ni con el todo. Nos distraemos con pensamientos externos.

lunes, 8 de octubre de 2007

El Miedo a la Libertad

Un niño muy pequeño está escuchando a su padre, que grita a su madre en forma exagerada.

Puede mirar el rostro de furia, las palabras subidas de tono, los gestos desafiantes por un lado, y por el otro, puede sentir el mismo miedo que siente la madre.

Si, en una situación extrema, ese niño presencia constantemente este cuadro, terminará por identificarse con alguno de ambos progenitores o, posiblemente con los dos, según la circunstancia.

Cuando crezca será autoritario y abusivo en el caso en que disponga de poder, como el padre, o se identificará con una víctima, y será cobarde y sumiso como la mamá, cuando no tenga poder. Será un radical, un fanático incapaz de meditar equilibradamente las cosas, con respuestas precipitadas o, en caso contrario, será incapaz de tomar decisiones por sí mismo y buscará ser dañado, maltratado.

Lo que no será es una persona equilibrada.

Este punto de vista es determinista en la medida en que esa persona no sea capaz de identificar ambos sentimientos y ponerlos en su justo lugar.

El psicoanálisis permite, justamente, identificar la causa de nuestros actos. Aparte de si somos seguidores del psicoanálisis, esta figura primaria puede ser universalmente reconocida: De lo que se trata es de ser conscientes de nuestros sentires, de explicar nuestros actos y de madurar hasta vencer las inercias que en determinado momento se convierten en lastres en nuestras vidas.

Desde el punto de vista social, es curioso cómo en el Perú y en otros países con los mismos traumas y complejos, una gran parte de la población apoya a un gobierno que abusa del poder. Un gobierno que, en el caso nuestro, modifica los resultados electorales, impone en forma ilegal una candidatura, que anula la posibilidad consagrada en la propia constitución hecha a pedido, de realizar un referéndum. Un gobierno que utiliza los peores métodos para perpetuarse en el poder. Y todo eso, según mucha gente, es justificado y justificable. ¿De qué estamos hablando?

Nadie en su sano juicio puede avalar lo que aquí ocurre: una banda de delincuentes que tortura a los que se oponen, que asesina y que luego deja libres a los asesinos, no puede ser justificada por nadie que tenga un ápice de decencia. Un gobierno que impone su poder sin límites, que cambia resultados de votaciones, que chantajea a los que se le oponen.

Un pueblo que acepta el abuso de unos sobre otros es un pueblo abusivo, pero cuando ese abuso es sobre el mismo pueblo, es masoquista.

El poco apego por los valores democráticos responde a una suerte de inmadurez de gobernantes y gobernados.

Decir que esta es la única forma de gobernar a nuestro pueblo, es tan absurdo como creer que un padre debe maltratar a la mujer, porque su familia no es capaz de gobernarse por sí misma, porque sus hijos son inmaduros. Sólo es posible madurar psíquicamente estableciendo en el hogar reglas claras (leyes que se respeten) y no bajo la férula del deseo inopinado, del capricho o de la simple voluntad de quien ostenta el poder, en este caso, el padre.

Existen muchos “motivos” para aceptar un gobierno autoritario.

El primero es la conveniencia de identificarse con el autoritarismo, en vez de ser la víctima. Esta dicotomía sólo existe cuando se tiene el temor de ser víctimas, es decir, en una regresión del cuadro descrito en el primer párrafo.

Por supuesto que es mucho más difícil plantear las cosas en términos de libertad. Cuando los ciudadanos se reconocen como seres libres, tienen responsabilidad sobre sus actos. Entonces, deben responder acerca de ellos. Más fácil es volver a los patrones infantiles y volver a lo conocido que, aunque dañino y destructivo, es nuestro patrón de referencia.

En plena era del nazismo, el psiquiatra austríaco Alfredo Adler describió el autoritarismo como una suerte de inmadurez psíquica, por la cual el sujeto se identifica con la parte irracional que se impone a la otra parte.

Nuestro cerebro está dividido en una parte autoritaria y una parte dócil. La parte autoritaria se impone a la otra parte, entonces ejercemos nuestra autoridad sobre los demás. Apoyar el autoritarismo es aceptar la autoridad ajena, es decir, una muestra de debilidad.

Es, en otras palabras no aceptar nuestra responsabilidad en el gobierno de nuestros actos. El Perú, en ese sentido es un país en el que no se ha madurado ni se ha llegado al equilibrio, cual es aceptar las posiciones contrarias.

El autoritarismo es un retroceso en nuestra madurez como nación.